12 mayo 2012

UN REGALO PARA MAMÁ


Aquella mañana mi hermanita y yo nos levantamos muy temprano a terminar de completar nuestro regalo para mamá. Como no teníamos dinero, decidimos hacer algo bonito con nuestras propias manos. Éramos muy pequeños, yo debo haber tenido ocho y mi hermanita seis años, pero a pesar de nuestra corta edad las ganas, el amor y la emoción de darle a mamá un presente que saliera de nuestros corazones nos había convertido en unos pequeños artistas en esos días. El día anterior nos pusimos a pensar en que podíamos hacer. Tenía que ser algo que representara todo ese inmenso sentimiento que sentíamos hacia ella. Fuimos a nuestra vidriería por la tarde, cuando ya estaba cerrada, y empezamos a buscar cosas con las que pudiéramos hacer un lindo adorno. Encontramos cartulinas y pequeños espejos, y con todo esto empezamos a armar un corazón. Cortamos muchas cartulinas antes de lograr la forma perfecta. No era un trabajo sencillo, pero era muy gratificante hacerlo. Logramos hacer una tarjeta en forma de corazón que podía abrirse como un libro, y dentro de ella decidimos ponerle un pequeño espejo. Pensamos que ella podía tenerlo de adorno y que inclusive podía utilizarlo como espejito en su cartera. Ideas inocentes de niños. Cogimos el pegamento que usaba papá para trabajar en la vidriería y adherimos cuidadosamente el pequeño espejo, el cual a pesar de todos mis intentos no pude hacerlo en forma de corazón por lo que decimos ponerle uno rectangular pero eso sí, era el de mejor calidad y el más bonito. Como teníamos que dejar que el pegamento se termine de secar, nos dispusimos a regresar a casa para el día siguiente levantarnos muy temprano y terminar el regalo. A la mañana siguiente fuimos los primeros en levantarnos, corrimos a la vidriería y empezamos a pintar y poner algunos dibujos en la tarjeta. Además de escribir con letras grandes: ¡Feliz Día Mamá!  con el lapicero dorado que papá tenía, y también le agregamos un poco de escarcha de colores para que se vea mucho mejor aún. Dentro de la tarjeta cada uno de los tres hermanos escribió un pequeño saludo, y ya una vez terminada y lista fuimos corriendo a ver a mamá a su cama. ¡Feliz día, Mami! ¡Feliz día, Mami! Entramos gritando, muy emocionados por saludar a mamá y por haber terminado un lindo regalo que habíamos hecho con nuestras propias manos. Mi hermanita se encargó de darle el presente, y mamá estuvo tan emocionada con su tarjetita que nos abrazó y nos besó mucho. Tiene un espejito adentro, le dijimos muy emocionados. Ella lo abrió y se miró en él. Está muy lindo, dijo, con una tierna sonrisa. ¡Gracias, mis amores! Agregó, antes de volver a darnos un beso a cada uno, mientras nosotros nos trepábamos en la cama para estar lo más cerca de ella.
                Ese corazón estuvo mucho tiempo bajo el cuidado de mamá quien lo conservaba con mucho cariño, como un pequeño tesoro. Hoy recordé ese regalo, porque fue uno de los regalos más sencillos que le hicimos a mamá pero uno de los que más la emocionó. Ese corazón de cartulina se convirtió en una representación del amor que compartimos con ella mientras estuvo con nosotros. De todo los detalles y momentos que vivimos a su lado,  de los momentos sencillos pero muy felices que pasamos juntos. No es necesario hacer grandes y costosos regalos para compartir amor. Ella nos enseñó que es importante saber valorar cada momento y cada detalle simple de la vida y compartirlo con amor, humildad y sencillez con tus seres queridos, porque son esos detalles los que vamos a llevar con nosotros por el resto de nuestras vidas.
Aquel espejo que cortamos con nuestras propias manos reflejaba el rostro de mamá, su sonrisa, su mirada, sus gestos y su alma. Eso que nos entregó día a día en cada jornada que vivimos juntos, en las alegres y en las tristes, en las buenas y en las malas. Ella siempre estuvo a nuestro lado en cada paso que dimos por la vida, mostrándonos siempre con sabiduría el sendero recto por donde seguir. El de ella era un rostro que reflejaba dulzura y fortaleza, un rostro en donde el amor y la dedicación a su familia tomaban forma para ser entregados incondicionalmente.
No sé dónde terminó ese corazón de cartulina que hicimos hace muchos años atrás con mis hermanos, pero lo que si se es que en nuestros corazones, cual inmensos espejos, se reflejará por siempre, con el mismo brillo y amor en su mirada, el rostro bello de mamá.

1 comentario:

  1. Excelente mi brother ! me gusta mucho tus cuentos !! que orgullo!!

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